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domingo, 20 de abril de 2014

Los creyentes tienden más a interpretar fenómenos aleatorios en términos mentales

Los amantes de las anomalías y misterios suelen subrayar rutinariamente el papel de las casualidades significativas, sincronicidades, patrones ocultos, etc.

El asunto ha interesado a los científicos cognitivos, ya que parece que la tendencia a advertir este tipo de patrones está asociada con las creencias sobrenaturales y tiene que ver con el modo en que el cerebro procesa la información, sobre todo aquellas áreas asociadas con la "teoría de la mente". Michael Shermer llama a esto "patronicidad" ("patternicity"): "la tendencia a hallar patrones significativos en ruido no significativo." Según Shermer la evolución no nos ha dotado con una adaptación específica para detectar los falsos y los verdaderos patrones y "de ahí la necesidad de la ciencia con sus mecanismos autocorrectores de replicación y revisión por pares". El problema, para muchos de los creyentes en anomalías, es que para ellos la ciencia oficial es sistemáticamente sospechosa, por lo que estos mecanismos correctores difícilmente servirían desde una perspectiva heterodoxa.

Un estudio reciente (Riekki et al., 2014) confirma que existe una interesante asociación entre esta tendencia a detectar patrones y las creencias sobrenaturales. Aunque la muestra es minúscula (12 creyentes y 11 escépticos), los resultados son consistentes con la línea de investigación. Del extracto:

Comparados con los escépticos, los creyentes en lo sobrenatural calificaron los movimientos al azar como más intencionales, y experimentaron una activación más fuerte de los circuitos asociados con la teoría de la mente durante la animación con movimiento aleatorio. La fuerza en la activación relacionada con la teoría de la mente está asociada con la tendencia de los creyentes en lo sobrenatural de interpretar fenómenos aleatorios en términos mentales. En consecuencia, las diferencias en el procesamiento de la teoría de la mente podrían contribuir a las diferencias entre creer y no creer.

Las discusiones entre "creyentes" y "escépticos" son inútiles, y suelen resolverse de forma violenta, no sólo porque enfrentan teorías, intereses y quizás valores personales opuestos, sino probablemente porque enfrentan cerebros diferentes.

jueves, 17 de abril de 2014

La “sequía ufológica” como “silencio de Dios”

"Sequía ufológica" es un término que se utiliza en ocasiones para referirse a un supuesto descenso en la "casuística" ufológica y quizás a un apagón informativo sobre el tema. Viene a ser el reverso de otro término ufológico muy empleado: oleada. Estas "oleadas", en la jerga, son periodos de tiempo concretos en los que, presuntamente, aumenta la casuística OVNI en una área local determinada.

No todos los ufólogos están de acuerdo con la hipótesis de la sequía. Según Iker Jiménez, autor de una Historia de los OVNIs en España, en los años 90 del siglo pasado también se produjeron en nuestro país "oleadas" intensas. Y según Carlos Canales y Jesús Callejo la supuesta sequía sería más bien una peculiaridad española. Aún asi, la idea de sequía está muy extendida en España. En alguna entrevista, J.J. Benítez lo ha reconocido implícitamente al augurar una nueva oleada que resucitará el interés platillista, hoy en horas bajas. Esta opinión nostálgica de la periodista Lourdes Martin es representativa:

Me he lamentado una y mil veces por no haber nacido antes. Por no haber vivido esa época en la que los teléfonos de las redacciones periodísticas especializadas en la cuestión echaban humo intentando recoger todas las llamadas de cientos de testigos que aseguraban haber descubierto aquel misterio en los cielos. Me imagino que serían momentos de esquizofrenia, instantes en los que prima la actualidad y la presteza informativa y en los que no hay tiempo para hacer una reflexión profunda acerca del por qué de la cuestión. Y es que seguramente no fuera necesario, porque cuando se tiene delante hechos que no pueden explicarse de ninguna de las formas posibles sin acudir a hipótesis que hablan de tecnología superior e incluso extraterrestre, es sencillamente accesorio interrogarse sobre la veracidad de dichas informaciones.

Habría que subrayar que las llamadas "oleadas" son, ante todo, oleadas de testimonios y noticias. Las presuntas oleadas se sustentan básicamente en la fe de los investigadores privados y sus redes informales de corresponsables en los testimonios (subjetivos) de los testigos más que en las evidencias objetivas, analógamente a como la reciente "oleada" de acoso sexual en la comunidad escéptica y humanista norteamericana, pese a identificarse como "racionalista", se sustenta en la creencia en los relatos de las supuestas víctimas.

Supuesto OVNI de la "oleada belga" de 1990

Desde luego no soy el primero en cuestionar la consistencia de las supuestas oleadas, ni me corresponde emitir un juicio. Según los escépticos Felix Ares y David G. López (Estudio de la oleada 1968-1969), estas oleadas estarían estimuladas por los medios de comunicación de masas y se transmitirían según un modelo epidemiológico: cuánto más se habla de platillos volantes en los medios de comunicación, más gente está dispuesta a informar de avistamientos y "encuentros" con platillos. Philip J. Klass lo expresó así:

Una vez que las informaciones periodísticas llevan al público a creer que puede haber ovnis cerca, hay muchos objetos naturales o hechos por el hombre que, especialmente de noche, pueden adquirir características inusuales en la mente de testigos predispuestos. Los testimonios de estas personas ayudan, a su vez, a aumentar el entusiasmo de la gente, lo que lleva a más personas a esperar ver ovnis. Esta situación se realimenta hasta que los medios de comunicación pierden interés por el asunto; entonces la oleada de observaciones acaba rápidamente.

Aunque soy algo renuente a equiparar la ufologia con la fenomenología religiosa, es evidente que existen continuidades. Los "platillos" tienen desde luego algo de uránico, sus presuntos tripulantes e intenciones aparentan tener algo que ver con los dioses "de lo alto" descritos por Mircea Eliade, y las similitudes con el "fenómeno" religioso son todavía más poderosas en el contactismo y los llamados "encuentros en la tercera fase". También el psicólogo Carl G. Jung ha subrayado el carácter espiritual y arquetípico numinoso de los platillos, que el entendía como mandalas modernos. Por no mencionar a los proponentes de hipótesis astroarqueológicas, como Erich Von Daniken, o la angelología extraterrestre (teovnilogía) de Salvador Freixedo.

Suponiendo una continuidad entre ufología y religión, creo que la llamada "sequía" recuerda a lo que los teólogos conocen como "silencio de Dios". Un silencio que aunque no tiene por qué interpretarse como una evidencia negativa, tal y como explican en el Diccionario de teología fundamental: "el silencio como lenguaje que se asume para hacer comprender en plenitud los signos y las palabras expresadas" (Pág. 1373), de todos modos coloca al creyente en una situación desconcertante. Al igual que los teólogos interpretan el silencio divino como una evidencia indirecta más profunda de la revelación, los ufólogos, contactados y creyentes platillistas siempre pueden interpretar la supuesta "sequía" de alguna forma sofisticada en que no comprometa sus creencias o posiciones fundamentales. Por ejemplo, como un simple aplazamiento de la promesa mesiánica, o "contacto", en el sentido de J.J. Benítez.

domingo, 13 de abril de 2014

Misterios materialistas y misterios espiritualistas

Si no recuerdo mal, la distinción se le ocurrió a Jorge San Miguel (por lo visto inspirado en un ensayo de Rafael Llopis sobre Lovecraft) durante una conservación informal en Twitter y desde entonces me ha parecido interesante.

Aunque técnicamente "materialismo","fisicalismo" y "naturalismo" no son lo mismo, a efectos de esta anotación los trataré como sinónimos. Podemos asumir que estos términos forman parte de una constelación filosófica familiar, de la misma forma que "espiritualismo", "idealismo" o "sobrenaturalismo".

Un "misterio materialista" sería aquel enigma, anomalía o suceso inexplicado que, de ser cierto, cumpliría el requisito conocido por los fisicalistas como "cierre causal" del mundo físico: "La idea de que todos los hechos tienen una causa física, suponiendo que posea una". El cierre fisicalista, por tanto, excluye cualquier causa sobrenatural o, simplemente, no física de los fenómenos.

Los OVNIs son un misterio materialista por lo menos en los términos de la ufología clásica, en especial de la "hipótesis extraterrestre". Según esta hipótesis, parece que sostenida claramente por primera vez por el oficial de la marina estadounidense Donald Keyhoe (1897-1988), los objetos voladores no identificados son en realidad astronaves tripuladas procedentes del espacio exterior. En nuestro entorno, Antonio Ribera (1920-2001) también defendió que los platillos eran "máquinas del cosmos" o "supermáquinas".

Para los ufólogos posclásicos, empezando por Jacques Vallèe y su obra seminal Pasaporte a Magonia (1969), sin embargo, los OVNIs son un misterio espiritualista, ya que formarían parte de un reino espiritual compuesto por todo tipo de entidades folklóricas y sobrenaturales que no acatan necesariamente las leyes físicas. Es en este sentido que el posufólogo español Miguel Pedrero suele decir que los OVNIs son, en realidad "carros de brujas".

En general existen misterios que son paradigmáticamente espiritualistas, como los fantasmas, que desafían el cierre causal del mundo físico, la angelología, y la mayor parte de la parapsicología. Pero otros misterios, sin perjuicio de que sean falsos o delirantes, son claramente materialistas. Por ejemplo, las fantasías astroarqueológicas de Erich Von Daniken o Zecharia Sitchin son enigmas materialistas, puesto que el planeta Nibiru o los visitantes extraterrestes de las Pirámides se postulan, en principio, como seres físicos.

La distinción también es útil para comprender por qué nos sentimos más atraídos hacia unos misterios que hacia otros. Los misterios que nos atraen dependen probablemente de nuestro temperamento e inclinaciones filosóficas fundamentales.

lunes, 7 de abril de 2014

¿Pero qué es un "fenómeno"? En torno a la idea "fenómeno OVNI"

"Fenómeno" es un término con distintas acepciones en el idioma español. El diccionario de la real academia recoge al menos 6. Algunas de estas acepciones son filósoficas, y derivan bastante directamente del origen etimológico (del latín phaenomĕnon y del griego φαινόμενον): "Toda manifestación que se hace presente a la consciencia de un sujeto y aparece como objeto de su percepción" o "En la filosofía de Immanuel Kant, lo que es objeto de la experiencia sensible". Pero el término tiene también acepciones más mundanas: "Cosa extraordinaria y sorprendente", o "Persona o animal monstruoso".

"Fenómeno" es un término que se utiliza habitualmente, tanto en español como en inglés, para referirse a la supuesta manifestación de OVNIs y platillos volantes: "el fenómeno OVNI". Para poner sólo un par de ejemplos, Jacques Valle, uno de los ufólogos más influyentes, publicó en 1965 su primer libro sobre el tema, bautizándolo como "Anatomía de un fenómeno" (Anatomy of a phenomenon: unidentified objects in space – a scientific appraisal). Y Vicente Juan Ballester Olmos, un ufólogo español también de corte "científico", tiene un libro titulado OVNIS. El fenómeno aterrizaje, que publicó en 1978.

Un interesante problema es que, cuando hablamos de OVNIs y de ufología, el sentido de "fenómeno" bascula entre las acepciones mundanas y académicas.

Cabría conjeturar que los ufólogos de corte "científico", como en su día Vallé o Ballester Olmos, que aspiraban a transformar la ufología en una disciplina científica, pretenden usar el término en su sentido académico, mientras que los periodistas sensacionalistas, del "misterio" y el público en general utilizan la expresión "fenómeno OVNI" mucho más en sentidos mundanos.

Según la definición de J. Allen Hynek ("La experiencia OVNI"): "podemos definir el fenómeno OVNI simplemente como el informe de un avistamiento de un objeto o luz vista en el cielo o sobre el suelo, cuya apariencia, trayectoria, dinámica general y comportamiento luminoso no parezcan sugerir una explicación lógica convencional" (citado por Willy Smith en "Cuadernos de ufología", nº 11, 1991).

En contraste, los OVNIs aparecerían en la imaginación popular esencialmente como "cosa extraordinaria o sorprendente", una especie de prodigios que destacan sobre el fondo prosaico de la vida. Incluso como una manifestación que pertenece a un orden de realidad ontológicamente diferente. Se plasmaría así una pintoresca dialéctica entre la ufología "científica" y la ufología popular, con la intención más o menos afortunada y consistente de los ufólogos "científicos" de distanciarse de las acepciones maravillosas.